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La «madre de todas las batallas» para el dólar

A pesar del exiguo nivel de las reservas netas, existe consenso en que el Gobierno llega a noviembre sin problemas cambiarios. Sin embargo, hay tres canillas que drenan reservas y que hay que monitorear.

 

La madre de todas las batallas no es la Provincia de Buenos Aires, son las reservas del BCRA. Y no hay caso, si el mercado va en contra, procurando un alto nivel de dolarización de sus posiciones, no hay poder de fuego que alcance, sino basta con ver los innumerables ejemplos de la historia reciente. Podría decirse entonces que el cliché electoral bonaerense pasa a para la brecha cambiaria, esa es la “madre de todas las batallas”, por lo menos, hasta las elecciones y hasta cerrar el año. De ahí que no solo es clave conocer con que munición cuenta el BCRA sino cuáles son las probables fugas o goteras de las reservas.

Con generosidad, digamos que el BCRA afrontará lo que viene por delante con un stock de reservas netas en torno a los u$s8.000 millones, de las cuales unos u$s3.600 millones son disponibles (hoy quedan menos tras el pago de u$s349 millones al Fondo el jueves pasado).

Vale recordar que en los primeros 7 meses del año el BCRA compró casi u$s7.200 millones pero en las reservas apenas quedaron menos de u$s3.200 millones. Porque se fueron más de u$s2.600 millones en pagos a organismos internacionales y otras deudas del sector público y otros más de u$s1.600 millones por intervenciones del BCRA y operaciones de swap. Todo compensado con un leve aumento de los encajes bancarios de casi u$s300 millones.
 
Entonces, con este stock de reservas netas, el BCRA tendrá que ingeniárselas para vender lo menos posible en el mercado cambiario oficial manteniendo la política cambiaria actual (de devaluar a razón de 1% mensual), vender dólares en el mercado de dólares alternativos (CCL/MEP) para que las brechas no escalen excesivamente y pagar los vencimientos de la deuda externa.
 
Cabe destacar que hoy en día, el consenso del mercado es que el Gobierno llegará a las elecciones sorteando una crisis o estallido cambiario, lo cual no implica que puedan sobrevenir álgidas jornadas hasta noviembre. Incluso, se opina favorablemente que, en el caso de que el Gobierno decida un ajuste el tipo de cambio oficial tras las elecciones, la devaluación requerida para recuperar el atraso de estos meses no sería importante, por eso, todos miran lo acontecido en 2013/14 cuando Kicillof- Fábrega devaluaron más de 20%.
 
Por ende, cómo se comporte el mercado cambiario oficial es clave en este año electoral siendo la variable excluyente que el BCRA no tenga que vender muchos dólares en ese segmento.
 
Por un lado tenemos que, como suelen señalar en el mercado, a mediados de agosto ya no le quedan a los chacareros cheques por pagar, por lo que baja significativamente la liquidación de granos y por ende la de divisas de la exportación. De modo que al flujo de divisas hacia el BCRA se reduce sustancialmente. Mientras que por otro lado, en la medida que la brecha se amplíe, se apurarán importaciones, y se atrasarán más aún las exportaciones. Por lo tanto la ventana del superávit cambiario no colaborará tanto como en el primer semestre del año.
 
Dicho esto ¿por dónde se pueden escurrir las reservas del BCRA? Antes, vale señalar que las reservas que quedaron en manos del BCRA tras las fuertes compras, principalmente del trimestre marzo-mayo, fueron gracias a que impera el súper cepo para atesorar, el reperfilamiento, a la Lacunza, obligatorio de las deudas privadas (hoy solo hay dólares oficiales para que se paga el 40% de los vencimientos) y la política de administración de las importaciones. De no haber sido así el panorama actual sería más intenso todavía.
 
Por lo tanto, aún hay básicamente, tres canillas abiertas por dónde escurren las reservas: las ventas de divisas en el CCL/MEP, los pagos de deuda externa a organismos internacionales y además las ventas en el oficial.
 
Porque el atesoramiento más los gastos en turismo, si nada cambia normativamente, seguirán drenando aproximadamente entre u$s1.000 millones y u$s1.200 millones. Luego empresas y provincias se llevarían no menos de u$s3.000 millones, como en el primer semestre. Y a pesar de los nuevos DEG del FMI, todavía hay vencimientos por u$s1.000 millones a organismos, deuda externa y otros compromisos. Con todo esto, se estima que el BCRA quedaría, en el mejor de los escenarios, con un balance neutro. O sea, vender casi todo lo que compró.
 
Es importante, no solo tener divisas disponibles, capacidad plena para intervenir en el mercado de futuros, y una posición en bonos en dólares para intervenir en el CCL. Pero así y todo, en el caso que la situación se complique, en el mercado no descartan que el BCRA refuerce el súper-cepo del mercado oficial, principalmente para restringir las importaciones, aunque no puede descartarse otro endurecimiento (transitorio) de los pagos de la deuda externa para empresas privadas. A la vez que aumente las limitaciones para operar en el creciente número de mercados cambiarios alternativos que se vayan (auto) generando. E intensificando la intervención del BCRA en el CCL/MEP (vía venta y recompra de bonos) para evitar que se escapen por demás las brechas. La pulseada ya comenzó.
Fuente: Ambito
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