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Rosario: La historia de los abuelos abandonados en un bar por su propio hijo

Hilda y Hugo fueron abandonados por su hijo en un bar, con sólo 500 pesos y varias bolsas de consorcio llenas de ropa vieja.

El pasado miércoles, Hilda (87) y Hugo (92) llegaron a un pequeño bar rosarino cargados de bolsas, se sentaron en una mesa y pidieron dos milanesas para comer. A pesar de los bolsos, todo indicaba una situación normal, pero la pareja comenzó a despertar la curiosidad de los comensales y empleados del bar después de que pasaran una cantidad considerable de horas sentados allí, casi sin hablar y con una mirada que reflejaba nerviosismo.

Al cabo de un rato, la dueña del bar se acercó a ellos para confirmar que todo estuviese bien y ahí es cuando pudo conocer la triste verdad que se escondía detrás de su extraña actitud
 
Según contó Hilda, la pareja había sido desalojada de su vivienda y forzados a retirarse, despojándolos todas sus pertenencias.
 
Habían llegado al bar acompañados por uno de sus hijos, que los había alcanzado allí para que coman y les había prometido que los pasaría a buscar a la brevedad. Pero las horas corrían y los ancianos permanecían allí sin noticias de su hijo, con sólo 500 pesos y con varias bolsas de consorcio llenas de ropa vieja.

«Terminaron de comer y pasaron como tres horas. Comenzaron a ponerse nerviosos. Nos pareció muy rara la situación hasta que me acerqué y les pregunté qué les estaba pasando. Les pregunté si tenían plata para pagar la comida y me contestaron que sí. Fue ahí que me contaron lo del hijo y el desalojo», contó Maria Inés, la propietaria del bar, al portal Infobae.
 
«Hilda no sabía ni dónde estaba parada y menos el marido, que había sufrido un ACV hace poco. No tenían teléfono, estaban muy débiles, sucios y tenían sólo las bolsas con ropa y perchas. Ella, por ejemplo, tenía pis encima. Era muy triste verlos», lamentó.
 
Las autoridades le pidieron a la propietaria del bar que los retuviera en el local mientras María Inés y los efectivos policiales intentaban localizar a su hijo. Ubicaron la vivienda de los ancianos y entraron por la fuerza al no recibir respuesta. Fue entonces que corroboraron el desalojo. La vivienda no tenía un solo mueble.
 
Los ancianos fueron llevados a la comisaría de la zona llegada la noche.Todo el barrio se conmovió y hasta pensaron en hacer una suerte de colecta para pagarles un hotel y que no pasaran la noche en la comisaría. Sin embargo, no fue necesario. Hacia las 20 se hizo presente Raúl, el otro hijo de la pareja, quien en medio de llanto, dijo no saber nada de la precaria situación de sus padres.
 
Gracias a lo que pudo averiguar la propietaria del bar con el relato de los vecinos, Hilda Hugo sufrían del maltrato constante por parte de su hijo. Aseguraron que todo el tiempo se escuchaban gritos por parte del hombre hacia sus padres. Se consideró el tema económico como posible causante de este drama, ya que Hilda cobraba la mínima de jubilación y Hugo la de empleado de comercio. Pero, según relató Maria Inés, una de las propietarias le explicó que «no entendía por qué los desalojaban si siempre pagaron el alquiler. De hecho con lo que ganan les alcanzaba. Por eso para mí en esto tiene que ver el hijo que los abandonó. Hoy están sin nada, como a la deriva».
 
«Algo sabía por la inmobiliaria, porque se comunicaban conmigo. Aparentemente la inmobiliaria dijo basta, hasta acá llegamos, y tuvieron que sacar los muebles y se quedaron en la calle», dijo. El hombre agregó que no tiene contacto con su hermano, y que los números que tiene están en desuso.
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