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La división opositora y el “triunfo” con el que sueña Schiaretti

El oficialismo provincial prepara una interpretación creativa de los resultados del 12 de septiembre. Apuesta a que la multiplicidad de canastas en Juntos por el Cambio le permita ser la lista más votada en las Paso. El peso de las estructuras. El techo del voto peronista.

Como no le pasó en 2017, en 2019 ni en 2021, el peronismo schiarettista considera que en las Paso que se realizarán el mes próximo sí tendrá chances concretas de cantar una victoria parcial antes de los comicios generales de mediados de noviembre.

Esa creencia se sustenta en la idea de que la dispersión opositora en Juntos por el Cambio mostrará el 12 de septiembre un PJ cordobés con un porcentaje por encima de las cuatro canastas individuales de los aliancistas. Y se transformó en el combustible que encendió la maquinaria de Hacemos por Córdoba, que se apalanca con las ventajas únicas que otorga contar con el poder provincial y el capitalino.

Entre la dirigencia que comanda el gobernador Juan Schiaretti, se asegura que no habrá dudas en presentarse victoriosos, pese a que la sumatoria de Juntos por el Cambio termine siendo mayor que la cosecha individual de Hacemos por Córdoba. “Gana la lista que mayor porcentaje obtenga la noche de la elección”, refuerzan en el entorno del mandatario, a sabiendas de que ese escenario, de producirse, enfrentará críticas y será rebatido desde el campamento aliancista. La contabilidad creativa no sólo se aplica para ajustar balances; también para interpretar resultados electorales.

Grosso modo, la cuenta que hace el oficialismo provincial es la siguiente: calcula que los 50 puntos que se le asignan de antemano a Juntos por el Cambio terminan en fracciones no superiores a 20 puntos. “Con 24/25 puntos, somos jefes”, se envalentonan en el PJ provincial, desde donde se descuenta que terminarán las primarias arriba del Frente de Todos.

En Hacemos por Córdoba hay regocijo por la tracción que genera en los candidatos la alta aceptación que ostenta la gestión de Schiaretti, lo que también se refleja en las encuestas que encarga la oposición.

El techo del voto peronista sigue inalterable elección tras elección: en torno de los 40 puntos. La incógnita por develar es cómo se repartirá esa torta entre la opción schiarettista y la albertista/cristinista.

En el Centro Cívico, aseguran que esta elección será más parecida a la de 2017 que a la de 2019. Hace cuatro años, Martín Llaryora debió reconocer una dura derrota ante Cambiemos. Fue 48 puntos a 30 a favor de aquella “ola amarilla macrista”. Ese 30 por ciento que hoy se asume inalcanzable es reivindicado ahora como un muy buen resultado, que no fue valorado oportunamente como se debía.

En el Frente de Todos, esperan recorrer un camino de menor a mayor. Hay entusiasmo en que agosto sea fructífero en inoculación de segundas dosis (con la combinación que fuere). Ese aspecto, sumado a un soporte de territorialidad que se asienta en la promesa de apoyo de un número aún indeterminado de intendentes peronistas –se habla de un bloque de más de un centenar–, son las herramientas principales que esgrimirá el oficialismo nacional en Córdoba.

“La elección que cuenta es la de noviembre. Llegaremos competitivos”, afirman en el Frente de Todos cordobés. En el albertismo peronizado, creen que la polarización emparentará estos comicios con los de 2019, cuando se impusieron al PJ provincial.

CUÁNTO INFLUYEN LOS APARATOS

En el Panal, en la Casa Rosada y en Juntos por el Cambio comparten el diagnóstico de que las estructuras tendrán en esta ocasión un peso relativo mayor respecto que en otros comicios. ¿El motivo? La apatía y el cansancio social podrían hacer que una porción del electorado opte por no ir a votar en las Paso (en algunos búnkeres arriesgan entre 10 y 15 puntos sobre el ausentismo habitual). Esa conducta, se infiere, realzaría el trabajo territorial de las estructuras. “Llevar gente a votar será como lograr conseguir una segunda dosis de Sputnik V”, bromea un radical enfrascado en la puja interna, aunque consciente de la posibilidad de que la división propia le otorgue al schiarettismo la oportunidad de adjudicarse las Paso después de seis años.

La última vez que el PJ se impuso en una primaria fue en 2015. Ese año, el fallecido José Manuel de la Sota, precandidato presidencial por UNA (la alianza que selló con Sergio Massa), le ganó 39 a 35 a Cambiemos en la provincia. Incomparable con este presente.

En el Panal, admiten que la realidad será muy distinta para los comicios generales. A diferencia de las primarias, en las elecciones del 14 de noviembre el resultado sí determinará el destino de las nueve bancas de diputados y de las tres del Senado que están en juego para este distrito.

“La foto de hoy nos puede hacer ganar las Paso. Y de darse esa situación, sería un espaldarazo muy grande para noviembre. El objetivo sigue siendo asegurar el segundo lugar, que nos daría la banca para el Senado por la minoría”, razona un hombre de confianza de Schiaretti.

Ese análisis con escenario victorioso de las Paso contempla la proyección nacional del modelo de “gestión Córdoba”, el know how que quiere exportar el schiarettismo con la idea de comenzar a hacerlo germinar con vistas a 2023. Hay una reconfiguración de la estrategia: abortar la movida “Schiaretti presidenciable” por un concepto que anteponga la forma de gestionar por sobre las personas. Como sea, Schiaretti será la referencia.

 

 

 

Por: Mariano Bergero Mariano Bergero

Fuente; La Voz

 

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