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ARA San Juan: Ruegan para que traiga unión y no más división

Santiago Olivera, obispo castrense, ofició una misa en la catedral Stella Maris a la que asistieron autoridades de la Armada y familiares de víctimas. Instó a hallar puntos de encuentro en medio del drama y a ser agradecidos con Dios y con la Patria.

El obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, rogó hoy a Dios para que la tragedia ocurrida con el submarino ARA San Juan “no sirva para seguir dividiendo a los argentinos”, a la vez que exhortó a “aprovechar el drama” para “encontrar puntos de encuentro”.

Monseñor Olivera elevó su ruego durante la misa de acción de gracias por la aparición de la nave y para pedir por el eterno descanso de los 44 tripulantes, que ofició en la Capilla Stella Maris del obispado castrense, en el barrio porteño de Retiro.

Del oficio religioso participaron el jefe del Estado Mayor de la Armada, vicealmirante José Luis Villán, su plana mayor, representantes de las otras fuerzas armadas y de seguridad y familiares de las víctimas.

En su homilía, Olivera aludió implícitamente a la demanda de un grupo de familiares para que se reflote el submarino, hallado a 900 metros de profundidad por un buque especialmente contratado, propósito que para el Gobierno es casi imposible.

“Tendríamos que haber estado muy contentos todos de la aparición del submarino, a pesar de la situación, buscando luego verdad y justicia, no buscando deseos a veces casi imposibles de cumplir y que nos distraen de la gratitud más elemental del bien nacido”, dijo.

En ese sentido, Olivera dijo que “debemos agradecer a Dios y a nuestra Patria, al gobierno, al Estado, a la Armada argentina y a sus hombres y mujeres, que pusieron sus recursos, y ciertamente también a la insistencia de las familias”.

Tras afirmar que “nadie muere antes de tiempo, nadie muere en las vísperas”, señaló que “podríamos presentarle varias situaciones de reproche a Jesús” como la que le hicieron las hermanas de Lázaro, narradas en el Evangelio.

En ese sentido, menciona: “Si quizá se hubiera mantenido como se debe mantener a nuestras Fuerzas Armadas, varios sufrimientos nos hubiéramos ahorrado los argentinos. Si no hubiera sido esa vocación, si no hubiera ido ese día, si hubiera estado enfermo, mi hermano, mi hijo, mi esposo, mis amigos no habrían muerto”.

“Hay muchas afirmaciones que podemos hacer”, dijo. Y completó: “Sin embargo, el Señor sabe nuestro día y nuestra partida, más allá de saber también los riesgos que implican una vocación y una profesión que preparan para el olvido de sí y la entrega de la vida por el bien de todo”.

Además sostuvo que dentro del inmenso dolor, emergió “el bien de recuperar lo que significa la valoración de estos hombres y mujeres, de estos jóvenes que se capacitan para servir al pueblo, para servir a la patria, para defender nuestras fronteras, nuestros mares, nuestras vidas, a costa de arriesgar la propia”.

 

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